jueves, 21 de marzo de 2013

El Nerviosismo del Decrecimiento

Cuando una empresa decrece es necesario mantener la calma. Parece obvio; sin embargo, como casi todo lo obvio, a veces resulta difícil verlo. La calma empieza en el accionista y sigue por el equipo directivo que es el encargado de transmitirla a todos los stakeholders.

La calma empresarial no es el estado de ánimo del director general, la calma empresarial es el tiempo de meditación y el alcance que tienen sus decisiones. Uno puede estar muy tranquilo al mismo tiempo que toma decisiones nerviosas.

Las decisiones nerviosas, poco meditadas, cortoplacistas, tienen el gran inconveniente de actuar como aceleradores del decrecimiento. Una empresa puede tener ventas decrecientes y beneficios decrecientes y a la vez ventas altas y beneficios altos; sin embargo, empieza a actuar movida por el nerviosismo en incluso el pánico. Recortes en presupuesto de marketing, menos inversión y menos recursos humanos para que, a pesar de que las ventas decrezcan, los beneficios se mantengan.

Menor presupuesto de marketing y menos recursos humanos suelen traducirse en menores ventas el año siguiente así que, vuelta a recortar y círculo vicioso.

Las iniciativas de eficiencia se tienen que realizar cuando la empresa está creciendo, son parte de la preparación para la etapa de crisis que tarde o temprano acaba llegando. Se analiza la empresa y se toman decisiones para desengrasarla. Cuando estas decisiones se toman con la presión del tiempo y de los números y como medida de choque, con la grasa, suele irse también parte del músculo y eso compromete el futuro a corto y a largo plazo y se entra en la espiral del cortoplacismo que conlleva quitar más músculo en el siguiente recorte.

Pretender mantener porcentaje de beneficios con ventas menguantes es una quimera. Si lo intentas, vas a acelerar la caída y en esa caída se van personas. Calma.